El vertiginoso agobio de un creador que escribía en cursivas rojas
Siente que no respira. Su corazón
late, aumenta la velocidad, mira al frente, ve letras rojas que le
rodean, se frota los ojos, no quiere volver a mirar, pero sabe que
siguen ahí. Le falta espacio en aquella habitación vacía. Se
siente rodeado, pero los espejos no reflejan a nadie, sólo a él,
sin atmósfera a su alrededor. No durmió, pero no tiene sueño. Sí
un dolor de cabeza que le alcanza el alma, quizás la causa provenga
del corazón. Pero ese no es hoy el tema, sino la profunda sensación
de asfixia. Aquellas letras rojas mayúsculas y en cursiva toman el
mando, se hacen cada vez más grandes y dominan la situación, justo
lo que él nunca supo hacer. Las fue creando a golpe de teclado en
aquella pantalla rectangular del infierno, tomaron vida propia y lo
empiezan a dominar. No, de inicio no tenían mucho sentido aquellas
líneas, no debieron gustar ni a los propios caracteres, esos
pequeños seres sacados del diccionario que pueden llegar a ser
malignos. Sintió cómo empezaban a atacarle con su ácido y fácil
dominio de los adjetivos. Y lo peor es que esta vez no hay libro que
cerrar para que todo acabe, aunque como solución sabe que tiene un
botón que pulsar. Sí, el botón de emergencia, aunque dicen que no
es recomendable, lo pulsó.
Seguía con los ojos cerrados, volvió
a frotárselos con la mano y temeroso aún, los abrió. Levantó la
mirada y no había nada, ni letras rojas ni rastro alguno del trabajo
de aquel largo día.
mmmm inquietante....
ResponderEliminar;)